miércoles, 2 de septiembre de 2009

Pa' atrás ni pa' coger impulso!

Tras innumerables conversaciones sostenidas por chat y luego de incurrir en el defecto de todo cibernauta: hablar demás, me convierto en un manojo de nervios al acercarse el día de presentarnos. No es malo vender una buena imagen, pero sentir que quizá uno no sea capaz de hacer todo lo que dice ser capaz, eso sí es fatal.

Estoy preparando todo para viajar,  la tanga más linda, las prendas más sexys, el mejor perfume, la mejor depilada y cada mínimo detalle para estar a la altura de aquella linda niña que conocí en el chat algunos meses atrás. La mejor depilada conlleva dejar mis zonas íntimas completamente despejadas; esta es una práctica que realizo desde hace varios años cuando mi esposo sugirió que lo hiciese sólo por probar y un día, estando fuera de casa, le susurré al oído de la manera más sensual posible: “estoy depilada completita, sin nada de nada”; guardo en mi memoria como preciado recuerdo su mirada incesante y desesperada por llegar pronto a cualquier lugar  donde pudiera comerme a besos. Desde ese momento decidí permanecer así siempre y aunque al principio me sentía extraña, después me sentí fantástica.

Teniendo casi todo listo para mi próximo encuentro, el detalle más importante, mi seguridad, estaba por el suelo. Mi esposo intentó relajarme, me habló de todo lo mágico que estaba por venir, pero en esos instantes los nervios se acrecientan. Había tenido dos encuentros sexuales antes con dos mujeres distintas, pero en esas ocasiones casi no tuve tiempo de pensar, todo sucedió tan rápido que ni noté en qué punto aparecí en una cama. Lo que estaba por suceder con mi nueva “amiga” era completamente nuevo, había sido tan planeado que los nervios me consumían y no sentía el potencial para brindarle placer a nadie, más ya no había marcha atrás. Además, en mi última experiencia  las cosas no salieron bien y si no había química esta vez, muy seguramente no volvería a estar con alguna otra chica de nuevo, aunque mi cuerpo sintiese que aún había muchas cosas por descubrir.

Llegó el día de nuestro viaje acompañado de grandes emociones a causa de que visitábamos otra ciudad, pero para mí las sensaciones eran encontradas. Aún no sabía lo que haría, no sabía si a la hora de encontrarnos me iba a echar para atrás, no sabía si habría química o si, frente a frente, ella podría decir que no quería. Pasara lo que pasara, ya estaba viajando y sólo tocaba esperar.

Varias horas tomó ese viaje. En el camino mi esposo y yo hablamos y fantaseamos de todo lo que acaecería; poco a poco y cada vez más cerca de mi destino se va serenando mi mente dejando que las cosas fluyan naturalmente. Si bien no olvidaba mi última vivencia, todavía tenía la oportunidad de empezar a recorrer un nuevo camino.

Ya entrada la noche arribamos a nuestra ciudad destino y confundidos entre Avenidas y edificaciones completamente nuevas, fuimos emprendiendo la que sería una inolvidable experiencia de vida. 

Gracias a Dios me permití seguir recorriendo ese gran camino en el que aún hoy hay incontables aventuras por vivir.

No hay comentarios:

Seguidores