lunes, 14 de septiembre de 2009

Toda historia tiene un principio!

 ABRO PARÉNTESIS (
 

No sé qué idea tengan de mí quienes leen este blog, no obstante voy a empezar este post diciendo que mi esposo fue el primer hombre con el que tuve relaciones sexuales, aunque parezca increíble. El hecho es que antes tuve algunos “Noviecitos” con los cuales no hice el intento ni siquiera de bluyinear *, pero luego llegó un joven que me atrajo muchísimo y con el que sí intenté hacer el amor una vez, más las cosas se quedaron en “bluyineo” solamente porque esa vez, seguramente por la inexperiencia de ambos, las cosas no se dieron bien, él también era virgen. De todas maneras, mientras jugaba con él con la ropa puesta, sí alcanzaba a sentir que mi cuerpo me pedía y me pedía mucho más de lo que esos jueguitos podían ofrecerme, pero no hacía algo más allá de lo que mi inexperto novio  me ofrecía, por temor a que pensara mal de mí.

Tiempo después, cuando conocí a quien es hoy mi esposo, recuerdo que le comenté en una de esas conversaciones “inocentes” que sostenía con él a menudo, que aún era virgen y que me daba mucha vergüenza admitirlo por mi edad ya que todas mis amigas lo habían hecho, menos yo. Para él eso era más que un trofeo y cada vez que se lo repetía supongo que se sentiría más impulsado a querer ser él quien me quitara la virginidad.

La primera vez que estuve con él fue maravilloso, pero me sentí algo apenada porque descubrí  que era multi-orgásmica, sólo con acercar su boca a mi entrepierna tuve un fuerte orgasmo, luego estando él encima mío y sin existir penetración, tuve otro, y luego también con su boca, pero ya tocándome un poquito, volví a tener otro, sin embargo todos los orgasmos los disimulé hasta donde más pude para que él no lo notara (qué tontería). Supongo que el hecho de que nunca alguien hubiese acercado su boca a mi entrepierna y de que nadie me hubiese besado los senos antes, hicieron que esos  orgasmos llegaran demasiado intensos y demasiado acelerados también.

Con mi esposo aprendí a darle soltura a mi cuerpo, a sacar todo lo que tenía dentro de mí, con él aprendí a mover mis caderas, a conocer mi sexualidad, a mimarme, a educarme sexualmente hasta el punto de sorprenderlo en ocasiones; sin embargo no voy a negar que antes de casarme tenía en el fondo esa famosa “espinita” de que sólo estuve con un hombre durante todo lo que llevaba vivido y estaba destinada, a que si seguía con él (que era lo más seguro), así sería para el resto de mi vida. 


Siendo totalmente conciente de todo el fuego que habíe dentro de mí y después de ir madurando sexualmente durante dos años, un día, con mucha mesura, pero aprovechando que habíamos leído un artículo acerca de parejas Swinger en una revista muy conocida en Colombia, mi esposo me preguntó que si sería capaz de hacer un intercambio de parejas; yo, con toda la frescura y sinceridad que me caracterizan le contesté rápidamente que “Sí”, porque como ya expliqué antes, tenía aquella “cosquillita” adentro (desde aquí empiezo a responder a  una pregunta que me hizo QUIKE en el comentario de un post pasado).  Creo que ni siquiera pasó un día completo antes de que estuviésemos inscritos en casi todas las páginas Swingers en español que existen en la red y como era de esperarse, con mis espectaculares fotos (tengo una colección bastante amplia de fotos muy sexys), la bandeja de entrada de mi nuevo e-mail se fue llenando rápidamente de mensajes de parejas que esperaban tener un intercambio con nosotros. Chateando un incalculable número de veces sólo logramos coincidir en Messenger con parejas demasiado experimentadas que vivían en función de la vida Swinger y que además hacían todo tipo de propuestas, entre ellas y la más recurrente de todas: el contacto entre mujeres; pero ese era un tema vetado en mi vida aún, de modo que jamás les seguí el juego. 

Con toda claridad tomé la decisión de que no haría intercambio porque me dio temor de que surgieran descarríos en nuestra relación, pero mi esposo me incitó a que por lo menos buscáramos un hombre para que yo tuviese la oportunidad de estar con alguien distinto a él  y no me quedara con esa cosquillita. Nuestra confianza nos permitía hablar abiertamente de todo lo que pensábamos y teníamos muy claro que se trataba únicamente de sexo; para que eso se diera de esa manera, decidimos que la persona que encontráramos debía ser de una ciudad distinta para no tener que verla nunca más. Durante bastante tiempo nos dedicamos a buscar un hombre para cumplir esa “fantasía”, pero todo lo que conseguía eran hombres morbosos y vulgares a quienes ni por error entregaría mi cuerpo y que cada día me hacían desistir paulatinamente de esa loca idea; al final me percaté de que no necesitaba a nadie más en mi vida más que al hombre del que me enamoré años atrás.

Pero como la perseverancia vence lo que la dicha no alcanza, mi esposo empezó entonces a insinuarme lo del contacto entre mujeres y cada vez que podía me hablaba sutilmente del tema, pero yo no quería hacer eso, me parecía en cierto modo hasta “repulsivo” y le contestaba que no lo haría jamás porque para mí las mujeres sólo podrían ser amigas y nunca pensaría en ellas como algo diferente.

* Acción intermedia entre un rumbeo y un encuentro sexual; cuando las personas se desean pero la confianza (o las condiciones) no están dadas para una relación sexual. Más o menos, pero no exactamente, tener sexo con la ropa puesta. Implica que ambas personas tengan pantalón, aunque no necesariamente tiene que ser un bluejean. http://bogowiki.org/bogotanismos/bluyinear.

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