domingo, 30 de agosto de 2009

La curiosidad mató al gato!

No recuerdo exactamente cómo ni por qué, pero el día que decidí estar con una mujer jamás imaginé que terminaría tan enganchada. Lo hice en compañía de mi esposo y por pura curiosidad, pero la curiosidad mató al gato. 

Casada, sin hijos, y sexualmente súper candente, me lancé sin pensarlo dos veces. Recuerdo mi primera vez como si fuese ayer, fue con una pareja muy agradable que estaba en las mismas que nosotros. Qué noche tan diferente, tan loca, tan increíble; la suavidad de la piel de una mujer es incomparable a cualquier otra textura, por lo tanto el disfrute es total.

Esa noche no pasó nada del otro mundo más que besos y caricias, un poco de contacto aquí y allá, pero nada mágico, sin embargo, fue la primera vez que tuve contacto con una mujer y eso es inolvidable para bien o para mal.

Después de eso decidí que era suficiente, pues lo que tenía era curiosidad y había hecho lo que deseaba; más una noche de chat exploratorio, en la que uno no tiene nada más que hacer, conocimos (mi esposo y yo) a otra pareja que estaba buscando contacto entre damas. Yo me opuse de inmediato pero mi esposo insistió, así que coincidimos con los nuevos personajes en un bar de la ciudad. Palabras más, palabras menos, esa noche pasó lo que no tenía que pasar y me fue como a los perros en misa (considero que a un perro en misa le va mejor de lo que me pudo ir esa noche) porque no había química por ninguna parte. Sentí una frustración tan grande que decidí no volver a tener sexo con mujeres jamás. Aprovecho para aconsejar a todas las distinguidas señoritas que alguna vez se sientan obligadas a estar con alguien que no les gusta: “jamás lo hagan”. Digamos que así es la vida y que a uno no se le acaba el mundo por eso, pero es una de esas experiencias que es mejor no tener.

Alguna vez has sentido que has estado esperando algo que nunca llega? que la gente te habla de una cosa maravillosa que tú no has sentido y por más que intentas no logras experimentar? Así me sentía cada vez que alguien decía que estar con otra mujer era la mejor experiencia que una podría tener, sin embargo yo no sentía eso.

Lastimosamente esto es cuestión de suerte, es una lotería a la que algún día le pegamos (otros poco afortunados no le pegan nunca) y pese a haber tomado la decisión de nunca más volver a caer en los brazos de otra mujer, un día, sin estar buscando, sin querer pegarle a esa lotería, por fin, le pegué.

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