jueves, 7 de octubre de 2010

Las apariencias engañan!

Me parece muy interesante intentar descubrir los pensamientos y/o secretos de los demás aunque en la mayoría de las ocasiones el desacierto sea total. Sin embargo, no me importa el desacierto porque lo que pienso se queda en mi cabeza y siempre me causa mucha gracia recordar lo que he pensado de algunas personas cuando no son como creía. Me refiero exactamente a creer que las personas sean fuertes e independientes, o sean mojigatas, o no son ni chicha ni limoná. Algo así, no sé si me hago entender.

El hecho es que tengo una amiga desde hace varios años a la que me acerqué con una idea bastante fuerte  (muy sexual) que al final se convirtió en un gran misterio. Inicialmente, dadas sus características físicas, la busqué para que se acostara con mi esposo porque yo estaba segura de que a él le atraía ella y ella parecía ser una persona muy decidida. En ese momento no éramos nada amigas sino que trabajábamos en el mismo edificio, de modo que empecé por saludarla en el ascensor y poco a poco le fui preguntando cosas como: ¿Cómo te llamas? ¿Nos conocemos de antes, verdad? ¿te han dicho que te pareces a x persona?. En fin, me fui acercando a ella intentando encontrarle la caída para lanzarle el dardo algún día de que se acostara con mi esposo. Pero, pese a que me contestaba cada cosa que le pregunté, jamás me dio entrada para hablarle de cosas íntimas, así que, poco a poco, fui perdiendo el interés porque noté que no podría con ella.

Una tarde, saliendo de mi oficina, mi amiga, algo diferente en su actitud, me pidió que la acompañase a realizar algunas vueltecitas y que después me fuese a su casa a conocer a su familia.

Las cosas fueron extrañas para mí porque en mi cabeza no existía esa posibilidad o al menos no era eso lo que buscaba; conocer a su familia no estaba contemplado en mi plan con ella, pero dentro de todo, por lo menos me acercaba más a ella, de manera que acepté rápidamente.

Nos fuimos a su casa, conocí a sus padres y “qué decepción”. Descubrí que mi amiga es una niña consentida que tomaba decisiones de acuerdo a lo que sus padres consideraran mejor. Y yo pensando en llevármela a la cama con mi marido. Qué cómico, porque su apariencia distaba mucho de la realidad. Parecía más bien una mujer independiente, de mente abierta y capaz de cualquier cosa, pero vean cómo me equivoqué. De cualquier modo, no perdí las esperanzas y a pesar de que decidí no lanzarle una propuesta fuerte de un solo tirón, también decidí ser yo misma quien le hiciera volar la imaginación hasta lograr sacarla de su aparente inocencia. De aquí en adelante me convertí en una persona cuya insistencia lograra explorar sus más candentes curiosidades sexuales (no conmigo, aclaro) hasta el punto de convertirme en su consejera.

Al final, aunque no conseguí mi objetivo principal, alguna que otra vez he conseguido que toda su atención se centre en mí y más de una vez he sido juguete de su erotismo, cuando, en medio de tragos y calentura, se la ha dado por tocar y mostrar un poco demás, dejando notar, aparentemente, que le intereso más de lo que parece, pero hoy en día, aún cuando he escuchado muchas de las cosas que desea y que no ha hecho y a pesar del toque toque, todavía no me ha dejado saber a ciencia cierta qué es lo que realmente desea, pues su tocadera conmigo no pasa de ahí. Yo sólo estoy ahí para cuando desea hablar y medio tocar, pero no seré yo quien destruya la linda amistad, que entre tantas locuras, surgió entre nosotras.

No hay comentarios:

Seguidores